Lisboa es esa ciudad hecha para pasear. Es un lugar que posee tanto encanto que lo distribuye desde la calle más céntrica y concurrida hasta el rincón más discreto, pero aún así imprescindible.
He de reconocer que no es una ciudad que soñase con conocer, pero supongo que esa es una de las cualidades de Lisboa, que sin embargo siempre es la ciudad a la que deseas volver. Lo que sí está claro es que sus calles rebosan encanto. Me hizo sentir en un lugar que mezcla la arquitectura geométrica de balcones pequeños y ventanas simétricas de París pero la alegría, el colorido, los azulejos, el sol y la amabilidad propias de una ciudad como Cádiz.
Siento que es una ciudad que se puede conocer bastante bien en 3 días (siempre y cuando aproveches al máximo las horas), incluyendo los alrededores de los que luego os hablaré.
Recomendaciones para antes de viajar a Lisboa
- Si estás aquí porque eres vegano/vegetariano lo primero que tienes que hacer es descargarte la app Happy Cow, una aplicación gratuita para el móvil que te geolocaliza y te señala los restaurantes veganos/vegetarianos más cercanos, especificando precio, opiniones, platos, horario… Eso sí, para ello necesitarás WiFi. Yo la utilizo siempre, hasta en mi propia ciudad.
- Si sales desde España, recuerda que Lisboa pertenece a Portugal, que es otro país y que por tanto, tiene otras tarifas de cobro de llamadas y datos.
- Descargate el mapa de Lisboa desde Google maps. Al descargarlo no necesitarás internet para poder ubicarte y que te guíe a tus lugares de interés.
- Las calles de Lisboa se componen básicamente de piedra muy pulida por las pisadas, así que asegurate de llevar un calzado que se sujete mínimamente para evitar resbalones.
- Recuerda que Lisboa tiene un horario diferente (1 hora menos que España peninsular).
- Determina los lugares que quieres visitar, si ordenas la ruta aprovecharás más el tiempo, ya que Lisboa tiene puntos de interés muy cercanos entre si.
- Si vas en verano no te olvides bajo ningún concepto un protector solar. Las temperaturas son altas y el sol te quemará muy rápidamente.
- Lleva siempre dinero en efectivo, ya que muchos lugares de Lisboa no aceptan tarjeta de crédito (y luego os contaré una anécdota).
Día 1: De Madrid a Lisboa, un hotel de ensueño y conociendo el centro
Salí de Barcelona el jueves 11 de Agosto para llegar a Madrid esa misma noche. Allí, a la mañana siguiente, cogeríamos el coche para dirigirnos a Lisboa (que son unas 5 horas de coche). Por suerte para mi, los viajes por carretera me fascinan y más si son en buena compañía.
Sobre las 14:00 horas del viernes llegamos al hotel que habíamos reservado: Dear Lisbon Palace (Rua Ivens 53), que se encuentra en el mismísimo centro de Lisboa. Con una ubicación inmejorable, un servicio impecable, 2 restaurantes veganos a 4 minutos andando y unas vistas inimagibales desde los ventanales de la habitación, la tarde no podía haber empezado mejor.
Este hotel había sido un completo acierto. Con escaleras de madera y el interior pintado de un agradable azul pastel, el cuarto contaba con 3 ventanales que prácticamente iban del suelo al techo en frente de la cama. Las vistas mostraban desde el río Tajo hasta la parte más alta de Lisboa y su catedral.
Ao26 vegan food: un delicioso restaurante vegano en Lisboa
Después de dejar todos los trastos en la habitación, decidimos ir a comer para coger la tarde con fuerza. Happy Cow me decía que el restaurante más cercano y mejor calificado era Ao26 VeganFood Project, así que después de 4 cansados minutos caminando (nótese la ironía) llegamos al restaurante.
Se convirtió de inmediato en mi restaurante vegano favorito de Lisboa.
Para mi, el interior de un restaurante es muy importante. Este era muy amplio, luminoso y contaba con una puerta de cristal y una ventana que apuntaban a la calle, así que pude disfrutar del placer de ver los famosos tranvías amarillos de Lisboa mientras comía.
Con mesas de diferentes diseños, algunas lámparas de techo doradas y algún que otro sofá, el interior tenía un diseño exquisito, algo que siempre me aporta una dosis de paz y confort. Tanto como poder ver perfectamente el trabajo de los chefs, ya que prácticamente trabajan delante de ti.
Los precios eran más que razonables (25€/30€ dos personas), las raciones bastante generosas y la comida (y su emplatado) rebosaba originalidad. Aún así, y para no salir de nuestra zona de confort, decidimos pedir dos hamburguesas – acompañadas de crema de queso vegana- y un par de raciones de sweet potatoes, o lo que es lo mismo: gajos aparentemente fritos de batata especiados con orégano y sal – acompañadas de una salsa al pesto-. Y como no podía faltar el postre: una tarta de aguacate y lima y un pastelito con chocolate fundido y fresas.
Definitivamente, es cocina hecha con cariño y conocimiento. Los sabores y las texturas se ajustan a la definición de la buena cocina vegana, cosa que no siempre es fácil de encontrar en restaurantes. Esos gajos de batata son increíblemente buenos. ¡Es obligatorio probarlos!
Después de esto, comenzamos a caminar casi aleatoriamente por Lisboa para tener una primera toma de contacto. He de reconocer que sentí demasiada emoción al ver los tranvías amarillos de cerca, con ese toque tan clásico no pude dejar de fotografiarlos.
El tranvia parado de Lisboa
Paseando por Lisboa dimos cn uno de sus iconos: el ‘Elevador da bico’. Un tranvía amarillo detenido de manera permanente en el medio de la calle que se ha convertido en uno de los principales reclamos turísticos de la ciudad. Nadie pasa por allí sin parar para hacerse una foto.
La Plaça do Comerçio y Catedral de Lisboa
Casi por casualidad, nos dirigimos hacia la Plaça Do Comerçio, la que sin duda es la plaza más famosa de la ciudad y probablemente una de las fotografías que más hayas visto. Es el centro neurálgico de la ciudad y además posee vistas panorámicas al río Tajo y al puente 25 de Abril. Antiguamente, era donde desembarcaba la realeza.
Pasando por la puerta del Museu da Cerveja, acabamos finalmente en la catedral de Lisboa (Sé de Lisboa). Una ruta perfecta para conocer monumentos de visita obligatoria en Lisboa que quedan a apenas unos minutos andando.
Ya en la catedral, debidamente masificada por el turismo, decidimos seguir subiendo hasta la colina del Castelo de S. Jorge. Un camino bastante empinado pero de apenas 10 minutos. Una vez allí, retiramos nuestra entrada (8€ por adulto) y entramos. Lo primero que te encuentras es el precioso y enorme mirador del castillo, dónde podrás ver toda la ciudad de Lisboa, sus puentes y el Río Tajo. Ahí fue cuando decidimos concedernos varios minutos para poder disfrutar de las vistas, de nuestro tiempo y, por qué no, de nosotros mismos y nuestra vida.
El castillo contaba con paseos de piedra, dos grandes jardines verdes y bien preservados y algún que otro café/restaurante que intuí a precio de oro. Una vez entramos en él, un castillo ya en ruinas, subimos diferentes escaleras de piedra para disfrutar de caminar entre los pasillos que unen sus torreones, dónde pudimos ver toda la ciudad de Lisboa desde diferentes perspectivas.
Con el sol ya atardeciendo, decidimos deshacer lo andado. Mientras, yo luchaba torpemente por no caerme resbalando por las pulidas piedras que construyen las aceras de Lisboa. Ya en el hotel y tras 5 minutos de merecido descanso, tomamos la decisión de buscar algún que otro restaurante vegano que nos obligase a un buen paseo por calles desconocidas.
Un restaurante “vegano” que deja mucho que desear
Decidimos que ir al restaurante vegano “The Food Temple” podía ser una buena opción. Pero al llegar, la cola de espera era tan grande que ya no podían aceptar más clientes, así que pensamos en buscar una alternativa cercana. Happy Cow me decía que cerca de nosotros, que nos encontrábamos en los alrededores del Castillo, había otro restaurante llamado “La princesa do Castelo”, que en la descripción de la App decía ser vegano.
Después de 10 minutos de subida, llegamos a la puerta del restaurante. He de reconocer que el camino – de noche- hasta allí no fue tal y como me esperaba. Siendo sincera, en más de un momento sentí una sensación de “peligro” añadido que no me gustó demasiado. Aunque ya había leído que había determinadas zonas de Lisboa más “alternativas” que no era recomendable visitar de noche y siendo turista.
Al margen de eso, por fin estábamos en un restaurante “vegano” con mesas disponibles. Al entrar, me di cuenta de que ponía “vegetariano”, aunque más tarde entendí que en la mayoría de restaurantes veganos de allí ponían vegetariano como vegano, no como ovo-lacto o similar. Nos sentamos en una de las mesas, abrimos la carta y vimos que las opciones en eran realmente pocas ese día. Aún así, pedimos algo de beber, unos nachos con salsa mexicana y dos platos distintos para así poder compartir.
Junto con el plato de nachos llegó mi primera decepción. Después de varios años obsesionada con los triángulos de maíz de supermercado acompañados de la salsa mexicana, me resulta fácil reconocer cuando los veo y pruebo. Tanto la salsa como ese puñado de “nachos” tenían ese sabor a “supermercado” que nos estaban cobrando a 5€.
Aún así, decidí esperar a la comida: una especie de arroz con legumbres y una salchicha vegetal acompañada de puré de patatas (que resultó ser de sobre, de esta que se hace a partir de copos y agua) y crudités de zanahoria. Que aunque no resultó ser nada del otro mundo, se dejó comer y la salchicha vegetal estaba hasta buena.
Más tarde leí diversas denuncias públicas donde los acusaban de añadir ingredientes de origen animal sin avisar a sus clientes.
El problema real fue a la hora de pagar. Decidí levantarme a pagar la cuenta y cuando me acerqué me dijeron que no aceptaban tarjeta, algo que no informan ni en la puerta ni en el menú. Después de un buen rato de espera mientras mi compañero se acercaba a sacar dinero (gracias a unas dudosas y vagas indicaciones de uno de los camareros), pagamos 40€ dos personas – que teniendo la calidad de la comida es demasiado- y nos quejamos de que tendrían que avisar que no aceptan tarjeta, sobretodo cuando no hay un cajero cercano. El camarero decidió que lo correcto era contestarnos muy maleducadamente que “él personalmente no tenía tarjeta y que no eran necesarias“. Yo, considero que tener un datáfono hubiese estado bien, pero si hay algo básico es avisar a tu cliente de que no lo tienes. Más tarde leí diversas denuncias públicas donde los acusaban de añadir ingredientes de origen animal sin avisar a sus clientes.
En definitiva: caro, dudoso y definitivamente no recomendable.
Después de toda esta sorpresa, nos dirigimos al hotel a descansar, ya que teníamos previsto madrugar para conocer las mejores playas de Portugal. (¡Te lo cuento en la segunda parte!)