Una vegana en París (II): ¿Qué comer?
Un fin de semana negro en París. Qué ver, fast-food y una pequeñita pastelería vegana en el corazón de París.
El segundo día París despertó con un sabor agridulce. Es horrible la sensación del saber que varias decenas de personas habían muerto cerca de ti. Se vivía una extraña confusión y nervios debido a que la información que recibíamos era contradictoria y poco fiable. La noche anterior estuvimos viendo la televisión hasta altas horas de la madrugada para intentar entender que era lo que estaba pasando. Una de las cosas que más me impactó es que numerosos canales de la televisión francesa seguían con su programación normal.
La poca información que teníamos era que supuestamente iban a cerrar fronteras (¡Dios!, ¿Cómo voy a salir yo de aquí?), que no se recomendaba salir del hotel/casa por la posible presencia de coches bomba en la zona. Hasta entonces el número de muertes aún era imprecisa. La verdad es, que si os soy sincera, en esas situaciones no se tiene miedo – al menos no en mi caso -. Cada nueva noticia que recibía sólo me llevaba a pensar “Espero que en España no estén escuchando esto”. Mi preocupación más inmediata era pensar en la incertidumbre que estarían viviendo mis familiares/amigos al escuchar tanta información y no poder contactar conmigo de manera inmediata.
Habiendo levantado el estado de sitio, decidimos desayunar en el hotel hasta conocer algo más de información sobre la situación de los atentados. Mi hotel estaba situadio en una hermosa calle de Notre Dame, al lado del río Sena. Despertarse y ver la maravillosa arquitectura parisina debe ser inspirador hasta en el peor de tus días.
Hasta ahí todo bien, porque en los hoteles suele haber opciones veganas, porque algo de fruta, zumo recién exprimido y pan tostado podrás encontrar con facilidad.
Al salir del hotel no podía dejar de impresionarme por ese extraño silencio y esas miradas de desafío o miedo que había en los ojos de algunos transeúntes. Según ibas caminando podías ver a los militares armados hasta las cejas, escrutando entre las calles y mirándote como si fueras un asesino en serie. Me sorprendió tanto ver que la mayoría de esas personas armadas no tendrían más de 25 años…
Antes de decidir un rumbo, decidimos conocer las zonas que se supone que estaban en alerta por terrorismo, así que decidimos evitar algunos barrios (por seguridad y porque estaban precintados). Decidimos ir a la Torre Eiffel (un tanto arriesgado, sí). En cuanto a la comida, en los alrededores de la Torre Eiffel encontrarás mil creperías, pastelerías y braserías…Vamos, que opciones veganas más bien pocas. Lo único vegano que pude comer en la zona fueron unas patatas fritas. ¡Qué se le va a hacer! Todos sabemos que París es la ciudad de la mantequilla, así que ten mucho cuidado con lo que pides. ¡Hasta las verduras las pasan por mantequilla!
A partir de ahí – y con un poquito de decepción en el cuerpo – seguimos caminando desde la Torre Eiffel hasta las famosas galerías Lafayette, en el boulevard Haussman. Parecía que cada vez París respiraba con mayor tranquilidad.
No pude evitar pasar por una de las calles más famosas del universo – o al menos de París-, Les Champs Eliseès. Me sorprendió la inmensidad de la calle y la inmensidad de las tiendas que se asientan ahí, también en sus precios. Creo que si visitas París, Les Champs Eliseès es una visita obligatoria. Es de esos sitios que tienes visitar para poder decir “yo estuve allí”.
Justo al llegar a las galerías Lafayette, sobre-iluminadas por el ambiente navideño, encontré una pastelería dónde servían tés para llevar, por lo que cogí un té para entrar en calor, ya que la temperatura no acompañaba, y yo quería seguir caminando hasta el famoso barrio de Montmartre. Probablemente, si eres vegano, un té es lo más inmediato y fácil que podrás tomar para entrar en calor. La mayoría de chocolates los mezclan automáticamente con leche de vaca.
Si tengo que elegir un barrio, sería sin duda Montmartre. No sabría decirte qué es lo que tiene ese lugar, pero es inspirador, elegante e incansable para mi. Ahí hay otras dos visitas obligatorias, en primer lugar dónde se rodó una de mis películas favoritas del cine francés: ‘Le fabuleux destin d’Amelié Poulain’ – con una hermosa banda sonora de Yann Tiersen- y el Moulin Rouge.
Una hamburguesa vegana en París
Para finalizar el día con la mayor normalidad posible decidimos ir hasta la hamburguesería Hank, a unos 20 minutos de Notre Dame. La comida estaba realmente bien, aunque algo pesada. Tienes varios estilos y menús económicos, acompañados de bebidas varias, así como cocacolas veganas.
Como veis, tenéis opción de pan sin gluten por dos euros y queso vegano por 1 euro y medio. ¡Está bien!
Es una buena opción para comer un día cualquiera. El sitio me resultó muy acogedor, aunque lamentablemente el trato dejó mucho que desear.
Para poner fin a mi viaje, al día siguiente no quise irme de París sin acercarme a la más famosa – y única – pastelería vegana de la ciudad.
Hablo de Vegan Folie’s, a otros 20 minutos de Notre Dame, en dirección al Pantheón, una deliciosa y rústica pastelería vegana que se encuentra entre calles de piedra y edificios de diseño intachable.
Fui con la ilusión de probar los mejores macaroons de París, pero lamentablemente no quedaban. Así que decidí asaltar la pastelería llevándome un Brownie y un trozo de Pastel Cheescake vegano. En tota fueron unos 8 euros.
También tenía otras opciones saladas en forma de pastel, galletas de chocolate y bizcochos variados.
Tanto el brownie como el Cheescake fueron para mi una delicia, aunque siendo sincera, entre mis compañer@s no triunfó el Cheescake. ¡Será que to llevaba tantos años sin probar uno que me emocioné de más!
Sin duda os recomiendo que vayáis a Vegan Folie’s. La mujer que despachaba era de lo más tierna y amable, y aunque sólo sea por eso, se merece una visita.
A las pocas horas cogí el avión de vuelta, mientras mentalmente “rezaba” para que no hubiese ningún incidente. Aunque… Siendo sincera, tenía en mi cabeza que hasta que no aterrizase en Barcelona no debería celebrar nada.
¿Queréis conocer una anécdota? Mientras tomaba algo en el aeropuerto para hacer tiempo hasta la salida de mi vuelo, una mujer que se sentaba a mi lado destapó una bebida gaseosa haciendo sonar un gran estruendo en medio del aeropuerto. ¿Sabéis cual fue la reacción más inmediata del todo el bar? Mirar con miedo y hacer un amago de esconderse bajo la mesa. Eso significa que aunque no lo pareciese, había mucho miedo presente.
En lo que respecta a mi, cuando miré los paneles del aeropuerto y vi que mi vuelo salía con retraso me dió un pequeño vuelco el corazón, esperando no tener que hacer una noche más en una ciudad con tal riesgo de atentado. Por suerte solo fue media hora de espera.
Dos horas más tarde ya estaba en Barcelona con un temblor de piernas memorable, que me duró tres días más.
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Majo
Hola Jenny, muy interesante tu blog, te comento que estoy viajando para Barcelona en Octubre y lo que mas me preocupa después del tema comida, es el tema vestuario, voy d e Argentina y acá es muy poco lo que se consigue de algodón Organico y prendas sustentables, es mucha lana y seda y cuero. POdrás recomendarme algunos lugares en Barcelona donde comprar indumentaria o marcas que pueda buscar?
Mil gracias!