Una vegana en París
Una pizzería, chocolaterías parisinas apta para veganos…Y los terribles atentados.
Desde que tengo uso de razón me ha gustado viajar. Soy de las personas que piensan que viajar te enriquece emocional e intelectualmente como ninguna otra actividad. Recuerdo viajar kilómetros y kilómetros – con las noventeras canciones de mi padre sonando – y no cansarme nunca de esa sensación. Ese frío matutino que te despierta de un sopapo, pero que te emociona. Toda mi vida me ha encantado esa maravillosa sensación de estar viva, esa que te viene el día anterior, ese incomputable cálculo de emociones intravenosas que te recorren enterita el día anterior. Es fascinante.
Algo menos de 20 años después sigo entusiasmada con cada viaje, por pequeño y breve que sea. He tenido la suerte de poder viajar bastante, sobre todo a nivel nacional. Por eso, creo que no hay nada mejor que salir fuera de tu propio país y conocer de verdad otras culturas y formas de vida, sumergirte de lleno en ellas.
Si mi poco románticas maneras se han enamorado de alguna ciudad, sin duda fue de París. Hay todo un tópico romántico sobre la ciudad; que si pedidas de mano, que si ‘la ciudad del amor y las luces’… Y yo siempre he pensado que todo esa marea romántica que cubre París hace parecer que realmente esta ciudad es un lugar dónde enamorarse, pasando por alto que realmente París es una ciudad de la que enamorarse. Olvidémonos de todas esas películas lacrimógenas hechas para desear casarse y tener tres hijos franceses. París es realmente una ciudad hermosa, y para los seres más apasionados del arte, el diseño y la arquitectura gótica, es una especie de sueño febril y caliente… como un orgásmo continuado.
Si estás aquí leyéndome porque piensas visitar parís, sólo te diré que la mejor manera de conocer París es no dejar de caminar mientras estés en ella. Como dijo el escritor André Bretón; “En parís no hay pasos perdidos”, y es cierto. No conocí un rincón de esta ciudad que no me hiciera explotar de emoción. Es increíble como toda la parte estética está minuciosamente cuidada, sus luces rojas, sus aceras de piedra, sus carteles con una cudiadísima tipografía que enlaza sus letras como pequeñas obras de arte, sus puestos pisando las orillas del río Sena. Cada rincón es enriquecedor a partes iguales pero de distinta manera. Tuve la suerte de visitar París en Otoño (yo ¡que amo el Otoño!). Es indescriptible lo hermosa que se vuelve la ciudad cuando se viste del color de miles de hojas secas.
Algo realmente hermoso de París fue encontrar restaurantes fast-food veganos, pastelerías y chocolaterías que tenían opciones libres de lácteos.
El primer lugar que visité dónde encontré opciones veganas fue en la Pizzeria “Al Solito Posto” en el 91 rue Saint-Martín, situado en Notre Damme. Se trata de una pizzería Italiana que en su menú tiene opción de Pizza Vegetariana, por la que sólo tendrás que pedir que le quiten el queso.
Caminando de Notre Dame a la Place de la concorde encontramos de casualidad una hermosa chocolatería de madera llamada “Le comptoir de Mathilde” en 186 Rue de Rivoli. Ahí decidimos comprar una pequeña bolsa de chocolates – chocolate negro – a 8 euros los 250 gramos. Evindentemente, cuando viajamos a París sabemos a lo que nos enfrentamos, y creo que probar una vez estos chocolates, pese a lo caros que son, merece la pena. En este caso compramos unas bolitas de chocolate rellenas de frutos secos, crujientes y dulces, y sobretodo, veganos y libres de grasa de palma. ¡Bravo por ellos!
Si vas caminando por esa zona, te recomiendo que inviertas 20 minutos en esperar la cola para subir a la Noria (de noche, mucho mejor) que se encuentra en la Place de la Concorde, cerca de Les Champs Eliseès. No puedo concretaros cuánto cuesta subir, porqué fué una invitación sorpresa (gracias, una vez más), pero es otra de esas atracciones de visita obligatoria – a no ser que sufras del corazón y miedo a las alturas –. Desde arriba ves unas vistas maravillosas de toda parís, incluyendo la Torre Eiffel – y sus luces – , Les champs Elisèes y todos los alrededores. Maravilloso e inolvidable, te lo prometo.
Los atentados
Ese fue mi primer día en París, el 13 de noviembre de 2015. Y ahora quiero contaros un terrible dato, y es que mientras realizaba esa foto de las vistas desde la noria, en ese mismo instante – lamentablemente – estaba estallando el primer atentado terrorista de París. Aunque por entonces, ninguno de nosotros sabíamos nada. Empezamos a escuchar ambulancias mientras hacíamos la cola para subir, pero quedó como algo secundario porque jamás pensarías que pudiese ser por algo de esa magnitud.
Después de visitar las norias y tomar algo caliente, decidimos ir hacia el hotel porque el frío era insoportable. Decidimos parar un taxi y ahí fue cuando empezamos a recibir las primeras noticias. Con mi torpe francés empecé a prestar atención a la radio y ahí fue cuando nos dimos cuenta: dos personas se habían intentado inmolar en el estadio de fútbol pero supuestamente no lo habían conseguido. “Uf, menos mal” pensé. Luego empezó a llegar más información: 12 muertos. “Qué barbaridad”.
Al llegar al hotel decidimos subir a la azotea para tener unas vistas generales de parís. El frío era inconmensurable. Se podía ver una panorámica asombrosa de París. Y en ese momento fue cuando vi salir muchísimo humo de uno de los edificios (que a día de hoy intuyo que sería el estadio). “Esto es más serio de lo que parece”, pensaba para mi.
La sensación de estar viva es algo maravilloso que deseo que tod@s vosotr@s podáis experimentar, no una vez, sino cientos de miles de ellas – aunque no de esta manera.
¡No te pierdas la segunda parte de Una vegana en París!
LILIANA
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