Volver a Florencia ha sido algo casi mágico. Después de mi primer viaje por Florencia en bici, volver me trajo esa sensación tan romántica de recordar las calles de una ciudad lejana que te trae buenos recuerdos.
Florencia fue la continuación de nuestro viaje por Roma. Y puedo decir que, incluso antes de preparar nuestras maletas para el viaje, sabía que aún amando Roma, volver a Florencia sería para mi lo más especial. No sabría deciros qué es lo que tiene esta ciudad, pero me genera esa sensación de no querer irme. El ansia de quedarme a vivir en ella y crear una vida nueva allí.
Cuando bajamos del tren y llegamos de Roma a la estación de Florencia Santa Maria Novella, nos acogió un increíble día soleado. Fue un respiro muy necesario, ya que veníamos con el estrés de habernos equivocado de estación y casi perder el tren.
Pusimos rumbo al hotel para dejar los trastos y empezar a recorrer las calles empedradas cuanto antes. En apenas 10 minutos ya habíamos llegado a nuestro hotel.
Pero de continuar con la historia, déjame contarte que no sólo puedes leer nuestro viaje, también puedes acompañarnos a través del Vlog que subí a Instagram TV! Ahí podrás ver lo que recorrimos y comimos en el viaje por Florencia. Aún así, si vas a viajar a la cuidad, te recomiendo que leas con detalle este post para no perderte ninguna recomendación.
El hotel en el que nos alojamos en Florencia
Aunque nuestra principal idea era alquilar un apartamento para estar más cómodos y a nuestro aire, al final acabamos alojandonos en un hotel. Si estáis pensando en alquilar un apartamento, os dejo un código de descuento de 25€ si os registráis clicando aquí.
Nosotros nos alojamos en el hotel Medici, un hotel ubicado a menos de 2 minutos del Duomo que cuenta con unas vistas impresionantes desde sus habitaciones. La nuestra tenía un ventanal que daba directamente al campanario de la Catedral. Nos costó unos 70€ las dos noches por dos personas, más el plus que te cobran de la ciudad. Así que por menos de 80€ nos alojamos en el mismísimo centro de Florencia, en una habitación preciosa, grande, luminosa, con baño privado y que además incluida desayuno (aunque de eso no esperéis demasiado, opciones veganas poco más que pan con mermelada, porque no tienen ni leche vegetal).
Una de las cosas más maravillosas de ese hotel es que tiene una terraza en la parte superior (de acceso libre para alojados) en la que podrás disfrutar de una vista impresionante de la Catedral y los tejados naranjas de las casas de Florencia. Eso sí, te cobrarán unos 9€ por una copa de vino cualquiera. Es lo que hay, cuando entras ahí estás pagando las vistas. Pero si os alojáis en el mismo hotel que yo, no podéis dejar de subir de noche y sentaros allí arriba a tomar algo.
Comer vegano en Florencia
Después de dejar nuestros trastos y curiosear las vistas de la terraza, fuimos en busca de un restaurante. Eran casi las 15h y eso, en Italia, es muy tarde para comer. Pero aún así tuvimos suerte de toparnos con el restaurante La Sosta de’ Golosi.
Este restaurante no es vegano, ni mucho menos, pero tiene cocina tradicional Italiana que originalmente es vegano o que es fácilmente adaptable. Los precios de los platos eran bastante razonables: entre 7€ y 9€ por plato de pasta. Teniendo en cuenta que el restaurante se encuenta a unas pocas calles de la Catedral y que desde su terraza ves el campanario.
Yo pedí unos Spaghetti aglio e olio, preguntando previamente si los espaguetis llevaban huevo en la masa (a lo que me respondieron que no, aunque otros tipos de pasta sí que llevaban). Este fue uno de los mejores (por no decir el mejor) platos de pasta que me comí en todo el viaje: picantes, pero en el punto justo. De hecho, nos gustó tanto que volvimos en los siguientes días.
Cuando terminamos de comer, y aunque teníamos varias actividades reservadas para nuestros dos días y medio en Florencia, nos habíamos reservado esa tarde libre. Era la primera y sabíamos que lo que más nos apetecería sería pasear tranquilamente.
Volvimos en dirección a la plaza de la Catedral con ganas de buscar un postre vegano. En invierno, en Florencia cae el sol sobre las 5 y media de la tarde, así que no queríamos que bajasen más las temperaturas antes de comernos un helado. 🍦
El helado vegano más caro del mundo
Poco después de pasar por la catedral, nos tomamos con una heladería cuyo cartel ponía “Gelatería Vegan OK”, ubicado en la Via dei Calzaiuoli, 75. Como comprenderéis, no hubo duda ¡Tenía que entrar sí o sí!.
Nada más entrar pregunté por las opciones veganas y me señalaron muchas de las secciones de helado que tenían. Incluso sus conos eran veganos. 😍 Los precios eran desorbitados, ya que además de ser helados artesanales, estaban a unos pocos pasos de la catedral, el mismísimo centro de Florencia. El precio no tenía nada que ver con el hecho de que fueran veganos.
La verdad es que no me importó pagar 10€ por un helado inmenso de tres sabores: avellana, caramelo y chocolate negro. Era uno de esos helados con los que ya has saciado tu apetito por todo el día. Impresionante. De hecho, volví a pedirlo el día después. Ha sido el mejor helado que he probado en mi vida 😂
Y aquí llega uno de los mejores recuerdos que tengo de este viaje, sentarnos con el helado frente a la Catedral Santa Maria di Fiore y disfrutar del ver pasear a la gente, a los pájaros volando por encima de nuestras cabezas y del sol rebotando en la piedra blanca de la catedral.
Atardecer en Florencia desde el mirador
Después del helado se nos echó la tarde encima, así que decidimos despedir las horas de luz subiendo a Piazzale Michelangelo, una plaza en la parte alta de Florencia con unas vistas espectaculares de toda la ciudad. Es imprescindible subir a ese mirador y disfrutar del atardecer / anochecer de una de las ciudades más bellas de Italia.
Hay dos caminos para acceder al mirador, el más corto tiene bastantes escalones y el más largo es todo cuestas. Vosotros elegís qué preferís. Lo que sí os recomiendo es que lleguéis un ratito antes del atardecer, ya que es una plaza muy famosa y todo el mundo quiere disfrutar de las vistas.
Nosotros llegamos justos, pero al ser un jueves no había tanta gente. Nos sentamos en las escaleras de la plaza y disfrutamos de una de las vistas más hermosas que he visto en mi vida. Desde la plaza se ve el Ponte Vecchio iluminado, el rio Arno reflejando la luz, la catedral, los tejados naranjas…
Después de 20 minutos sentados en las escaleras, bajamos por el camino largo para ir directamente a las calles que van en paralelo al río Arno. Esa es de las otras de las cosas que hacer en Florencia: pasear de noche por los laterales del río Arno y detenerse a contemplar el Ponte Vecchio iluminado. Irónicamente, uno de los mejores puntos para ver el Ponte Vecchio es el puente de en frente, llamado Ponte alle Grazie.
Eso sí, la mejor foto la encontraréis desde el lateral derecho. Entre los pequeños arcos que se abren, poco antes de entrar al puente.
Un poco de historia sobre el Ponte Vecchio
Veréis con otra perspectiva el Ponte Vecchio si sabéis que, además de ser uno de los puentes más famosos del mundo, es de los pocos puentes que se conversan de Florencia tras la II Guerra Mundial, y esto fue debido a que Hitler dio la orden expresa de que no se destruyese. Además, este puente era originalmente un conjunto de carnicerías, hasta que en 1593 se decidió que se cambiarían por joyerías, debido al insoportable olor que estas provocaban.
Después de la última visita del día al Ponte Vecchio, nos dirigimos al hotel para darnos una ducha e ir a cenar, paseando tranquilamente por la ciudad. La última parada antes de llegar al hotel fue en la Plaza de la República. Allí encontraréis la famosa noria, que sin duda hay que ver de noche.
Restaurante vegano en Florencia: ‘Universo vegano’
Después de la ducha exprés en el hotel, bajamos y pusimos rumbo a Universo Vegano, el restaurante vegano que probé la primera vez que vine a Florencia y que me enloqueció.
Cuando llegué me topé con que habían cambiado la carta con respecto a la vez anterior que lo visité. Ya no estaba la famosa pizza de atún vegano que tanto me había gustado. Por suerte, me dijeron que como hacía dos días que habían cambiado la carta, me la podían preparar.
Esta vez, siendo sincera, no me gustó tanto como la otra, pero tengo que reconocer que sigue siendo imprescindible probarla. Aún así, me parecieron mejores las pizzas del Mister Pizza, un restaurante del que os hablaré más abajo.
También pedimos unos Raviolis con tomate y queso vegano, que si no recuerdo mal estaban rellenos de espinaca, por probar la pasta del restaurante. Estaban realmente increíbles, y aunque a mi compañero no le llamó la atención, yo repetiría encantada.
Día 2: inmersión cultural en Florencia
El segundo día nos despertamos con el objetivo fijo de visitar toda la Catedral. Ya teníamos los tiquets comprados y reservados con semanas de antelación (cosa que os recomiendo muchísimo para ahorraros colas) para poder acceder a la cúpula, el museo, el baptisterio y la catedral. De hecho, para acceder a la cúpula tienes que reservar hora, ya que los accesos son muy estrechos y lo tienen que hacer por horas. El precio para todo ello es de 18€.
No cometáis el mismo error que nosotros y hagáis cola para entrar por la puerta principal de la catedral, ya que ese no es el acceso a la cúpula. El acceso a la catedral es gratuito, pero si has pagado y tienes hora reservada, tendrás que entrar por la puerta que se encuentra en el lateral derecho. Después de pasar los arcos de seguridad, accederás a las escaleras que te llevarán a la cúpula.
Cúpula de Santa Maria di Fiore: atención claustrofóbicos
Como he contado en numerosas ocasiones y podéis ver en el vídeo del viaje en Instagram TV soy una persona muy claustrofóbica. Para mi, imaginarme en un pasillo estrecho o con techos bajos es una pesadilla. Tal es así, que los espacios muy cerrados y estrechos me generan ansiedad. Este es un tema que no suelo tratar, pero durante mi visita a la catedral, especialmente a la cúpula, tuve muy claro que era algo que quería exponer la subida a la cúpula al detalle para prevenir a otros de una experiencia negativa.
Por este mismo motivo, nosotros decidimos subir a la cúpula a primera hora de la mañana, de esta manera evitaríamos horas puntas como las 11 o las 12 de la mañana, en la que todos los grandes grupos de turistas entran.
La primera parte de la ascensión fue ciertamente claustrofóbica, pero soportable. Después todo se empezó a estrecharse y llenarse de gente y no pude evitar sufrir un ataque de ansiedad. Una de las recomendaciones principales que os hago es que si se enfrentan a ello lo hagan siempre acompañados de alguien que conozca tu condición, que sea de confianza y que sepa cómo actuar. Además, es importante que la subida de las escaleras la hagáis muy lentamente, porque la aceleración de la respiración puede provocar muy fácilmente la llegada de la ansiedad.
La primera parte de la ascensión fue ciertamente claustrofóbica, pero soportable. Después todo se empezó a estrecharse y llenarse de gente y no pude evitar sufrir un ataque de ansiedad.
Dada la situación en la que me encontraba, no grabé ni fotografié gran parte del trayecto, pero sí podéis haceros una idea de la estrechez de los pasillos de la Catedral si miráis el vídeo que os he dejado arriba.
Yo me quedé a apenas un par de escaleras de la subida hasta el mirador de la cúpula. Cuando después de salir de los pasillos estrechos de piedra, llegas a unos pasillos aún más estrechos, acristalados, que rodean la cúpula y te llevan a la parte más alta del mirador. Para mi, sentir que me alejaba aún más de la salida era una sensación terrible.
Por suerte, en la parte del pasillo con cristalera hay un pequeño rincón en el que caben dos o tres personas y en el que me pude refugiar para respirar de nuevo, antes de volver a bajar.
Tengo que deciros que no todo el mundo vivirá esa experiencia como lo haría yo, pero si eres claustrofóbico quiero que quedes avisado. Muchísima gente subía y bajaba sin problemas. En todo el camino solo encontré un chico joven en mi misma situación.
Ascensión al Campanario de Santa Maria di Fiore
Después de salir de aquellos pasillos y respirar por unos minutos, decidí subir al campanario, ya que la subida es mucho más ancha y tiene cada pocos escalones, grandes apartaderos desde los que podrás disfrutar de increíbles panorámicas.
En ellas te puedes, además, sentar y probar el maravilloso juego mental que supone cruzar las partes del suelo que están hechas de rejas y a través de las cuales puedes ver las plantas inferiores.
Subir no fue angustioso en absoluto, aunque el último pasillo es bastante más estrecho que el primero. Aunque claro, después de haber recorrido los pasillos de la cúpula, eso era como caminar por gran vía para mi. Cuando llegas arriba del todo, tienes una de las mejores panorámicas que podrás ver. Toda la ciudad desde lo más alto. El inconveniente es que tiene las rejas de seguridad, pero aún así las vistas son espectaculares.
Florencia, más pasta vegana y el mercado central
Después de tantas emociones, necesitaba volver al hotel, descansar un momento y pensar en dónde íbamos a comer. Finalmente decidimos pecar y volver a la Sosta de’ Golosi, el restaurante tradicional Italiano que os contaba al principio del post. Yo me pedí unos espaguetis con salsa de setas porcini (me cambiaron el tipo de pasta ya que los tallarines que llevaba la receta contenían huevo). Realmente buenísimo, pero si visitáis ese restaurante os recomiendo mucho más los Espaghetti aglio e olio.
Las siguientes horas las dedicamos a pasear, porque realmente Florencia es una ciudad para ser paseada durante horas.
Después del paseo, y de casualidad, nos topamos con el mercado central de Florencia. Era uno de los lugares que tenía marcados, ya que había visto por Internet que había restaurantes dentro. Así que accedimos dentro con poca esperanza de encontrar opciones veganas, pero para mi sorpresa el mercado central de Florencia cuenta con su propio restaurante vegetariano & vegano dentro. Se llama Veg&Veg y en él encontraréis hamburguesas, ensaladas, cremas, sopas, patatas… Por un precio bastante elevado, pero en general todo lo del mercado central era exageradamente caro.
…para mi sorpresa el mercado central de Florencia cuenta con su propio restaurante vegetariano & vegano dentro.
Dentro del mercado, además del restaurante vegano, encontramos muchñisimos puestos con opciones vegetarianas y veganas (o fácilmente adaptables). En uno de los puestos asiáticos, por ejemplo, encontré unos dumplings veganos.
Aún así, decidimos salir del mercado e ir a cenar a un restaurante que me moría de ganas de probar, ya que teníamos la tarde del día siguiente, antes de coger el vuelo de vuelta, para poder volver al mercado y picar algo.
Míster Pizza: pizzas baratas, veganas y sin gluten
Y aquí viene cuando descubro una de las mejores pizzas veganas de Italia. A través de la app ‘Happy Cow’ vi que existía una cadena de pizzerías que tienen en su carta pizzas tradicionales de las cuales muchas pueden ser hechas en versión vegana y sin gluten.
Las pizzerías ‘Mister Pizza’ se encuentran por el centro de florencia con facilidad. Nosotros teníamos a menos de 5 minutos del hotel el local que tienen en la plaza de la catedral, así que fuimos allí a cenar.
Probé su pizza Funghi en versión vegana y sin duda fue la mejor pizza que comí en Florencia. La masa crujiente, el aceite picante, el queso vegano fundido. Una pasada. ¡Tenéis que probarlo! Los precios son muy económicos, entre 6€ y 9€ por pizza. Además, puedes pedir masa sin gluten, en caso de que seas celíaco o así lo prefieras. Y no, no cobran más por ello. Tanto nos gustó, que la última comida de nuestro viaje la hicimos con una pizza para llevar y comerla frente a la Catedral.
Probé su pizza Funghi en versión vegana y sin duda fue la mejor pizza que comí en Florencia.
Después de la cena, fuimos al hotel a descansar antes de que llegase nuestro último día en Florencia.
Último día en Florencia: los Uffizi
En nuestro planning del viaje habíamos decidido que nuestro último día en Florencia lo destinaríamos a visitar el museo de los Uffizi. La galería de los Uffizi es un palacio convertido en museo-pinacoteca.
El museo se encuentra a pocos minutos del Ponte Vecchio, así que se puede ir caminando perfectamente tanto desde la estación como desde el centro de florencia.
El museo tiene tres plantas y acoge algunas de las obras más importantes de la historia del arte, como ‘El Nacimiento de Venus’ y ‘La Primavera’ de Boticelli. La entrada cuesta al rededor de 20€ por persona. E igual que os recomendé en el post de Roma, tengo que recomendaros que si no tenéis la increíble suerte de viajar con un historiador del arte que os cuente todo como yo, es fundamental que leáis sobre las obras de arte más importantes que guarda el museo. De esta manera vivirás la experiencia de manera mucho más real.
Si queréis realmente tener tiempo de recorrer la galería, os recomiendo que le reservéis por lo menos 2 horas. Tantísimas obras de arte, algunas colas de espera, las impresionantes vistas desde la segunda planta al Ponte Vecchio,… es algo que hay que tomarse con tiempo.
Última visita al mercado y fotomatones analógicos
Después del recorrido por la galería, teníamos unas 4 o 5 horas hasta tener que coger el autobús al aeropuerto, así que fuimos caminando para una última visita al mercado, a la plaza de Santa María di Fiore, algo de comer y para el hotel.
Tuvimos la suerte de toparnos con el fotomatón que tanto deseaba encontrar en Florencia para hacernos un par de fotos. Para aquel momento, ya había olvidado que quería hacer las fotos analógicas, pero al toparnos con la máquina no dudé en parar.
Cada tira de cuatro fotos cuesta 2€, así que os recomiendo que llevéis 4€ sueltos. Si no recuerdo mal, solo acepta monedas de 1€ y 2€. Este fotomatón lo encontraréis en la Via del Proncosolo, 17R, muy cerquita del Palazzo Vecchio.
Después de cerrar hasta el último de los detalles que teníamos pensados para este viaje, y con el buen sabor de boca de haber disfrutado de una ciudad tan increíble con sol y buena temperatura, volvimos al mercado central apara tomar una última cerveza y unas patatas bravas en el Veg&Veg, el restaurante vegano y vegetariano del mercado central. Eso sí, preparad el bolsillo porque cada cerveza son entre 4€ y 6€ y las patatas no menos de 5€.
Y aquí quedan retratadas las últimas horas de uno de los viajes más bonitos que he hecho en los últimos años.
Después de esto solo pudimos volver al hotel, coger las maletas y dirigirnos a la salida al aeropuerto. Nos comentaron la opción de coger el tranvía, situado justo detrás de la estación de trenes, que solo costaba 1,50€. Pero tras comprar dos tiques y ver como dos tranvía pasaban de largo pese a vernos esperar, nos dijeron que el servicio estaba temporalmente inactivo, así que mi última recomendación es que antes de comprar el tiquet os aseguréis de que el tranvía al aeropuerto funciona con normalidad.
Terminamos yendo a la estación de autobuses, a pocas calles de la estación de trenes, en el que había uno que por 6€/persona te lleva al aeropuerto y tarda menos de 30 minutos en llegar a la terminal.
¿El próximo destino? Ya lo tenemos definido: en mayo nos vamos Cracovia.
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