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Guías de Viaje

Sobre mi

Hoy vuelvo por aquí para contaros todos los detalles de nuestro viaje por Estocolmo, la ciudad archipiélago que está compuesta por más de 30.000 islas. Es un día fantástico para ello porque me encuentro en mi casa de Valencia, escuchando el sonido de la lluvia sobre el techo de mi habitación que no puede evitar recordarme a nuestra primera noche en la ciudad.

Fue una maravillosa casualidad por la que decidí viajar a Estocolmo. Y digo que fue casualidad porque es muy probable que yo no hubiese elegido Estocolmo para viajar, y no porque no haya miles de motivos para visitarla, sino porque es una ciudad de la que yo no conocía nada.

Este año se llevó a cabo la gira Europea de mi artista favorito, John Mayer. Una gira bastante pequeña que apenas pasaba por Amsterdam, Londres, Oslo y unas pocas ciudades más. Os soy sincera si os digo que, antes de viajar a Estocolmo, hubiese preferido a ir a cualquiera de esas ciudades. Siempre he soñado con recorrerlas. Pero por suerte para mi -y pese a estar en la cola virtual con mucha antelación- sólo pude conseguir entradas para Estocolmo. Y a mi me encanta cuando las casualidades me llevan a descubrir ciudades sorprendentes.

He creado un post previo con ‘Todo lo que tienes que saber antes de viajar a Estocolmo’ que considero de imprescindible lectura. Allí os doy consejos y muchas recomendaciones a tener en cuenta para que vuestro viaje sea perfecto y lo más barato posible.

Nuestro viaje por Estocolmo

Ahora sí, dejadme que os cuente con detalle todo lo que comimos y vimos en Estocolmo durante casi 3 días.

Salimos por la mañana del Aeropuerto del Prat de Barcelona y llegamos a Arlanda -el aeropuerto más cercano a la ciudad de Estocolmo- sobre las 15h. Ya habíamos visto con antelación los precios y tickets de los transportes del Aeropuerto al centro de la ciudad de Estocolmo, así que fuimos directos a los autobuses, puesto que es muchísimo más barato que el tren. Nosotros cogimos la Compañía Flygbussarna, pero también está Flyxbus como compañía económica.

Los autobuses del Aeropuerto al centro son la opción más barata para llegar a Estocolmo.

Los tickets los puedes comprar en la misma salida del aeropuerto, solo aceptan tarjeta de crédito, no efectivo. Pasan autobuses a diferentes destinos, pero cada 15 minutos tienes uno al centro de la ciudad. El precio es de 283 SEK, 11€ por persona. Tarda 45 minutos en llegar, son cómodos y tienen hasta WIFI y USB para cargar el móvil.

Te dejan en la estación central, a 20 minutos de Gamla Stan y a menos de 10 minutos del centro de Turistas, desde el que podrás conseguir información y canjear el Stockholm Pass, aunque solo por las mañanas.

Bajamos del autobús y las nubes amenazaban con descargar de manera inminente. La temperatura superaba por poco los 13 grados. Sé que no parece demasiado, pero veníamos de una Valencia soleada a más de 30º.

Cargamos nuestras maletas a través del centro, cruzamos el barrio Gamla Stan para llegar a Södermalm -la isla en la que estaba nuestro alojamiento-, no sin poder evitar maravillarnos con cada esquinita, luz, callejón empedrado… y por fin llegamos a la puerta de nuestro apartamento, que curiosamente se accedía a través de la entrada de un centro comercial.

Nosotros elegimos este apartamento con vistas alucinantes, por unos 60€ la noche. Este apartamento es una gran opción, si os registráis con este link, tenéis 25€ de descuento en la reserva de este o cualquier otro apartamento. Tenéis más detalles en el post ‘Cosas que tienes que saber antes de viajar a Estocolmo’.

Mojados, cansados después de más de 8h de viaje, descargamos todo el peso y sin perder demasiado tiempo, volvimos a Gamla Stan para descubrir el barrio de rasgos medievales que habíamos visto en tantos vídeos y reportajes.

Paseando por Gamla Stan por la noche. El primer quehacer imprescindible.

La emoción era tal que yo ni siquiera recordaba el verdadero motivo por el que habíamos ido a la ciudad: el concierto que llevaba esperando por años. Ahora, lo veo con perspectiva, y os puedo asegurar que lo más bonito del viaje – después del concierto – fue pasear por primera vez por los callejones empedrados de esta maravillosa ciudad.

Nos dirigimos con muchas ganas a la famosa plaza del casco antiguo, pero antes nos cruzamos con escenas de fotografía obligatoria. Una tras otra, cada esquina era digna de parar a observar. Con el suelo mojado por una lluvia tímida, un frío amenazando con volverse más intenso y unas brillantes luces que iluminaban con su reflejo el suelo húmedo del lugar.

La calle más estrecha de Estocolmo

Paseando, tropezamos con la calle Marten Trotzigs Gränd, que desemboca en una de las calles principales de cruza el casco antiguo de Estocolmo, Västerlanggatan . La encontrarás casi por casualidad. Esta calle es la más famosa de Estocolmo, conocida por ser la más estrecha de la ciudad, con 39 escalones y tan solo 90 centímetros de ancho. La gracia es que puedes tocar las paredes a la vez, solo con alargar los brazos.

La gran plaza de Estocolmo: ‘Stortorget’

De ahí, callejeamos durante 5 minutos hasta la plaza Stortorget, ubicada en el centro del casco antiguo. El rincón más iconico de Estocolmo. La imagen que a todos nos viene a la cabeza cuando pensamos en la ciudad.

Aquella plaza rebosa esa magia y romanticismo que tiene el mirador de Florencia. Más pequeña de lo que parece, se encuentra rodeada de edificios verdes, rojo, naranja y amarillo. A día de hoy, algunos de ellos sirven como vivienda para locales, mientras que otros son restaurantes muy turísticos, un centro juvenil…

Storget, la plaza más antigua de Estocolmo.
Storget, la plaza más antigua de Estocolmo.

Aunque en la realidad, la plaza va más allá de una imagen pintoresca y romántica de unos edificios de colores dispares y el contraste de las edificaciones antiguas restauradas. Es la plaza más antigua de la ciudad, alrededor de la cual se desarrolló la aglomeración urbana medieval.​ También es conocida por su mercado navideño.

En esa plaza tenéis el Museo Nobel. Cuando nosotros lo visitamos estaba en obras, pero parecía algo puntual. Podéis acceder de manera gratuita con el Stockholm Pass o pagando 11€ / persona adulta.

El cambio de guardia: un espectáculo gratuito

Cuando salimos de la plaza, seguimos paseando y dimos, por casualidad, con algo que pretendíamos ver al día siguiente: un cambio de guardia nocturno y exprés del Palacio Real. Un “espectáculo para nosotros solos”. Llovía, era de noche y solo nosotros y una pareja más estaba presente. El desfile de soldados era pequeño, no había música, fue algo discreto. Muy interesante ver los protocolos tan rígidos, casi robóticos, que siguen para hacer el cambio.

El verdadero cambio de guardia del Palacio Real se realiza todos los días a las 12:15 a.m, los domingos y festivos a las 13:15 a.m. Dura unos 40 minutos y incluye una banda, todo un espectáculo. Uno de esos “qué hacer en Estocolmo gratis”.

Pubs vikingos bajo tierra.

El suelo de Gamla Stan esconde muchos secretos. Uno de ellos es que bajo tierra se encuentran algunos locales ambientados en los auténticos bares Vikingos, con conciertos en vivo, camareros vestidos como tal, cervezas artesanas típicas de la zona y una luz muy tenue. La visita es imprescindible, aunque la cerveza te cueste 6€ como poco.

Nosotros entramos en Aifur, ubicado en Västerlånggatan 68b, la calle principal de Gamla Stan. Bajamos los escalones de esa entrada oscura y atravesamos la puerta. Notamos que los interiores están decorados con madera, pequeñas lámparas, algunas velas y el ambiente es muy ruidoso. Su barra de madera iluminada por gigantescas velas, es la que te servirá una enorme cerveza en un vaso que parece una maceta de barro. Cada vez que alguien entra a cenar a las mesas del fondo, gritan sus nombres en medio de la sala. Todo un espectáculo, oye.

Pub / Bar vikingo en Gamla Stan, Estocolmo
Pub / Bar vikingo en Gamla Stan, Estocolmo

Cenar vegano en Estocolmo: Fast Food a precio de oro.

Previamente ya habíamos elegido en qué restaurantes queríamos comer / cenar en la ciudad. Esto lo planifico siempre con antelación con la App Happy Cow, una app que os he recomendado tantas veces que ya no tiene sentido volver a mencionarlo. Aún así, lo haré. Es una app que te geolocaliza los restaurantes veganos, vegetarianos y con opciones cerca de ti, además de tiendas, hoteles… En iOS, hace tiempo, pagé unos 3€ o 4€, pero en Android era gratis. Sea como sea, merece MUCHO la pena. La tenéis en vuestra tienda de apps.

Cuando salimos del bar vikingo, nos dirigimos de nuevo a la isla Södermalm. Teníamos unos 25 minutos andando, pero por suerte ‘Dirty Vegan’ estaba a menos de 10 minutos de nuestro apartamento.

En Estocolmo pudimos comprobar que todo es caro. Da igual que sea vegano o que no. Todo tiende a ser carísimo, y el restaurante vegano que elegimos para cenar no fue una excepción.

Dirty Vegan, restaurante vegano en Estocolmo. Viajar por Estocolmo.
Dirty Vegan, restaurante vegano en Estocolmo. Viajar por Estocolmo.

‘Dirty Vegan’ es un fast food vegano que tiene hamburguesas, tapas,… y cuyos precios rondan los 10€ por haburguesa (sin patatas) y unos 7€ las tapas. Nosotros elegimos para compartir una tapa de fingers, una fondie de queso vegano con brócoli y una hamburguesa de lo más foodporn que llevaba la Beyond Burguer como centro. La verdad es que todo estuvo realmente delicioso (a la vista está) pero la cena nos costó 26€ por dos tapas, una burguer y agua de grifo.

Todo estuvo realmente delicioso, pero la cena nos costó 26€ por dos tapas, una burguer y agua de grifo.

Creo que merece la pena probarlo, si consideráis probar algún restaurante vegano de la ciudad. El ambiente es tranquilo, la iluminación suave y tienen una barra de cócteles cuyos precios no me atreví a mirar. Se nota que debe ser uno de los más famosos , porque pese a estar la ciudad medio vacía, el restaurante estaba casi lleno.

Aclarar que no es que sea caro porque sea vegano, es que todo en la ciudad que se parezca a un restaurante tiene estos precios. La comida en la calle es más barata, pero cenar a 6 grados en Octubre, no lo veo. Además de que las opciones veganas son muy limitadas en comida callejera.

Acabamos de cenar y volvimos al apartamento. Estaba agotada, repleta de comida y con un frío que calaba hasta la parte más interna del cuerpo. Llegamos al apartamento, encendimos la estufa y nos cubrimos con los edredones. Fue uno de esos días en los que no recuerdo la transición entre tumbarme y quedarme dormida.

Día 2: Quemando el Stockholm pass y viviendo el concierto de mis sueños

Amanecimos a las 8 de la mañana. Me di una ducha rápida, preparé algo de café con leche de avena y unas tostadas de hummus que habíamos comprado el día anterior en un Lidl de Södermalm.

El día había amanecido soleado y con temperaturas algo más elevadas. Nuestro plan era cambiar el registro del Stockholm pass por la tarjeta física en el embarcadero y hacer una ruta de 3h en barco -ya que el día anterior, para cuando llegamos, ya estaba cerrado – .

Gamla Stan, casco antiguo de Estocolmo. Viajes.
Gamla Stan, casco antiguo de Estocolmo. Viajes.

Salimos a la calle con tiempo de sobra para cambiar nuestro pase y embarcar, las primeras salidas eran a las 10 a.m. Así, aprovecharíamos para hacer un matutino paseo por el casco antiguo y verlo de día. Gamla Stan amaneció tan tranquilo como anocheció. Nos dejamos maravillar por los colores vibrantes de los edificios que casi lucían apagados la noche anterior.

Llegamos al embarcadero, y allí cambiamos nuestro pase de ciudad por la tarjeta física. El mismo lugar donde se pueden comprar los tickets es donde puedes canjear tu City Pass.

Hacía viento y mucho más frío que en la parte interior. El problema surgió cuando nos dijeron que hoy no estaba disponible el tour que nosotros queríamos hacer, el Archipiélago Tour’, una vuelta en barco de 3 horas que recorre algunos de los archipiélagos de naturaleza salvaje de Estocolmo. El precio real es de 305 SEK (30€) pero es gratuito con el City Pass. Os recomiendo muchísimo que lo hagáis si os coincide en fecha, me estuve informando mucho y era una pasada.

El ‘Archipiélago Tour’, una vuelta en barco de 3 horas que recorre algunos de los archipiélagos de naturaleza salvaje de Estocolmo. El precio real es de 305 SEK (30€) pero es gratuito con el City Pass.

Para curar la decepción, decidimos hacer el que pretendíamos hacer la mañana siguiente, el Royal Canal Tour. Tan solo 50 min. y que salía en media hora.

Canjeamos nuestro City pass por primera vez (a partir de ahí empiezan a contar las horas de duración del pase) y nos dieron las entradas para el barco. El bote tiene su propia barra, baño, WIFI incluido y resguarda perfectamente de las temperaturas externas.

Un recorrido precioso por el canal Djurgården que te pasea por las orillas de el parque de tracciones, algunos edificios emblemáticos y museos como el Vasa o el museo de fotografía Fotografiska.

Royal Canal Tour, Estocolmo. Qué hacer.
Royal Canal Tour, Estocolmo. Qué hacer.

Un recorrido precioso por el canal Djurgården.

El precio es de 230 SEK (21,50€ / persona), gratuito con el pase de ciudad. Incluye un audioguía en Español que documenta cada edificio, así como los lugares de interés histórico: ¿Dónde y por qué se hundió el barco Vasa? ¿Cuántas especies de animales viven en la zona? ¿Sabías que en el parque recreativo se conservan todas las especies de plantas autóctonas? Un tour muy interesante.

Del paseo en Barco a los museos más importantes de Estocolmo

Desembarcamos y nos dispusimos a seguir aprovechando al máximo el pase de ciudad. Nos alejamos del embarcadero y nos dirigimos hacia la isla Djurgården, en la que se encuentran varios lugares turísticos.

Por suerte, el día permanecía soleado y las chaquetas finas eran suficientes.

El primero es el museo en el que paramos fue en el Junibacken: el museo infantil dedicado a Astrid Lindgren, la creadora de obras como Pipi Calzaslargas. Una serie que marcó mi infancia. Y aunque es un museo infantil, realmente me provocaba curiosidad.

Cuando fuimos a entrar, nos dijeron que con el City pass solo no se podía acceder de manera gratuita, pero que nos daban unos 50% de descuento. Como era simple curiosidad, finalmente decidimos ir al siguiente museo.

Museo Infantil Junibacken: pipi calzaslargas.
Museo Infantil Junibacken: pipi calzaslargas.

Justo al lado tenemos el museo Vasa, un museo que aloja el barco Vasa, conocido por permanecer hundido durante 333 años. Se hundió en su primera travesía a vela en el puerto de Estolcolmo en 1628, debido a la inestabilidad que le provocaba la propia construcción.

Dentro del museo encontraréis el barco, una maqueta a escala, proyección de películas (20 min.) en diferentes idiomas y diferentes informaciones con respecto a la época y el buque. Entrar al museo Vasa tiene un precio 150 SEK (14€ )para mayores de 18 años, gratuito si tienes el pase de ciudad o eres menor de edad.

No diría que es una visita imprescindible, pero sí es interesante. Si tenéis el pase de ciudad os lo recomiendo, si tenéis que pagar la entrada, lo dejo para que lo valoréis vosotros mismos.

Lo que sí os recomiendo es caminar por esa preciosa isla. Repleta de zonas verdes. Es un remanso de paz en medio de la ciudad. Si tenéis suerte y os pilla un día soleado, es un buen lugar para relajarse y dejar que la luz del sol que filtra a través de las hojas de los árboles os reconforte.

Continuamos caminando por la isla hasta pasar por delante de Gröna Lund Tívoli, el parque de atracciones de Estocolmo. Incluido en el City pass pero, lamentablemente, estaba cerrado por estar fuera de temporada. Me hubiese encantado entrar.

Skansen: parque de recreación de la antigua Estocolmo… Y un zoológico.

Al cambiar el tour del barco de la mañana, tuvimos dos horas extras para disfrutar de la ciudad. Por ello, pudimos realizar algunas actividades que no estaban en nuestros planes, como recorrer algo más en profundidad la isla Djurgården. Esta isla es prácticamente todo zonas verdes y amplias, de hecho contiene en ella un “museo al aire libre” conocido como Skansen.. Cuando llegamos, apenas había turistas paseando. Los habíamos dejado atrás al cruzar el puente que une las islas.

El sol estaba en lo alto y la brisa era muy suave. Se escuchaba el rumor de los pájaros piando. Las hojas de los árboles caducos caían en zig-zag hacia el suelo, bañando de tonos amarillos y naranjas el espectacular paisaje natural de aquel parque.

Skansen, Estocolmo. ¿Qué ver? ¿Por qué no ir a un Zoo?
Skansen, Estocolmo. ¿Qué ver? ¿Por qué no ir a un Zoo?

Siguiendo información que había leído por Internet, nos acercamos a Skansen, que como os decía, es una especie de parque recreativo al aire libre que alberga casas y construcciones típicas de la antigua ciudad de Estocolmo. Casas de madera antiguas, ambientadas en su interior para recrear la estructura interna de las casas, bañadas de pintura roja vibrante que se veía algo desgastada por el tiempo… Pero, algo más.

Cuando llegamos a la entrada del parque, nos encontramos con una pequeña cola de adultos y una excursión escolar. Decidimos acercarnos porque está incluido en el pase de ciudad (el precio original es de 295 SEK (27€), pero al llegar nos dimos cuenta que la recreación y el zoológico es el mismo parque, solo que uno está en la primera parte y otra en la parte del fondo. Pero la entrada es la misma. La verdad es que fue muy decepcionante, porque la idea de conocer la forma de vida de las antiguas civilizaciones residentes en la zona me parecía realmente interesante.

Ese zoológico encierra zorros, pájaros y algunos animales autóctonos. Como estoy firmemente en contra de los zoos, no os puedo recomendar la visita, porque es una forma directa de contribuir con el maltrato animal. El encierro les supone trastornos obsesivos derivados del aburrimiento y estrés, autolesiones y mucho más. Solo puedo deciros que si no sabéis qué supone un zoo para un animal, le echéis un vistazo a este artículo.

Justo al lado de Skansen hay un enorme parque (el que se ve desde el Royal Canal tour) que es pura naturaleza. Nosotros no fuimos porque nos quedaba en dirección opuesta y no teníamos demasiado tiempo, porque sin duda tiene que ser una experiencia recorrerlo. Se llama Rosendals Trädgard.

Comiendo Kanelbulle vegano en la plaza de Estocolmo

Después del mal sabor de boca que nos llevamos por saber de la existencia del Zoológico, volvimos andando a Gamla Stan. Durante ese paseo, no pude dejar de pensar en el tema de los zoos y los animales que allí malviven. Mi compañero me preguntó en varias ocasiones si estaba bien, y realmente sí lo estaba, pero la idea de los animales encerrados me mantuvo distraída en un debate interno.

El plan era hacer un último paseo, comer y dirigirnos al apartamento para descansar antes del concierto. DCuando fui consciente de ello, recordé el motivo original del viaje y mi mente se fue desempañando.

De hecho, era un buen momento para probar algo de gastronomía local pero en versión vegana. Asíque mientras caminábamos por la isla anterior, os subí unos vídeos por stories preguntándoos por algún dulce vegano en la ciudad y muchos me escribisteis recomendándome los bollos de canela en opción vegana de Bröd & Salt, así que allá que fuimos. Busqué en el mapa el local más cercano (parece ser que son una cadena) y me apareció uno cerca de mi, en Gamla Stan.

Me escribisteis recomendándome los bollos de canela en opción vegana de Bröd & Salt

Cuando llegamos, el sol seguía en lo alto. El local se encontraba en la planta baja de un gran edicio rosado repleto de ventanales por los que, imaginé, debía entrar la luz con fuerza. Un cartel gigante con el nombre del local, una fachada de piedra color gris-crema y unas puertas de madera con vinilos decorativos en forma de arco. Entramos en ese precioso local y en el mostrador tenían los bollos de canela. El sol también los bañaba a ellos.

Todos los bollos estaban indicados con carteles en los que indicaban el precio y la tipología. También me comentaron que tenían algunas opciones veganas saladas. La opción vegana del Kanelbulle lleva una cobertura de coco rallado realmente deliciosa. Decidí que me llevaría dos. Cada uno cuesta 35 SEK, algo menos de 3,50€.

La textura es muy tierna, con un presente sabor a canela, dulce y de mordida suave. Es muy típico en la zona para acompañar el café.

Sin duda, os recomiendo muchísimo que le deis una oportunidad a esos bollos. Es una forma de probar la comida local pero en versión vegana. De hecho, a lo largo de este día nos dimos cuenta que comer vegano en Estocolmo es muy fácil. En muchos restaurantes sirven opción vegana o tienen su propio menú vegano, y si no lo tienen te lo preparan sin problema. ¿No es genial?

Cogimos la bolsa con los dos bollos y nos dirigimos de nuevo a la plaza Stortorget, para comer allí tranquilamente, sentados en los bancos de la plaza viendo a los demás turistas pasear tranquilamente. Lo recuerdo también como uno del los momentos favoritos del viaje. Pasamos el rato entre bocados dulces, el sonido del pasear de algunos turistas, los ruidos de las cafeterías y el animo en lo alto con los colores sobre-saturados de esas casas. Me pregunté en varias ocasiones como sería vivir ahí. Abrir tu ventana y saber que cada día tienes cientos o miles de turistas que observan hacia su interior. Me imaginé paseando en toalla por el salón o haciendo el idiota con mis perros y siendo observada por gente extraña.

Ese bollo nos abrió aún más el apetito que llevábamos acumulando después de todo un día de caminar. Así que, como ya había llegado la hora de comer, nos encaminamos hacia la opción vegana más cercana. Este restaurante lo habíamos cruzado nada más llegar a Estocolmo el día anterior, porque se ubica en la calle principal del casco antiguo. La calle más bonita y concurrida de toda la ciudad.

Es una taquería llamada Taco Bar que presume de un cartel que anuncia su menú vegano. Lo pone en sueco pero es fácil de deducir. Así que con nosotros el reclamo funcionó.

Menú vegano en el Bar de Tacos de Estocolmo.
Menú vegano en el Bar de Tacos de Estocolmo.

Tacos, enchiladas y nachos con queso vegano en el casco antiguo de Estocolmo

Aunque nuestra idea original era comer en Hermans, el restaurante vegano número 2 más recomendado por vosotros, he de decir que no me arrepiento para nada. Se convirtió en mi comida favorita del viaje. No sé si fue que llevábamos un día maravilloso -salvo aquella decepción-, que el local rebosaba estilo o que el hambre amenazaba fuertemente o que la comida estaba deliciosa.

Nos dimos cuenta que comer vegano en Estocolmo es muy fácil.

Cuando llegamos al local, estaba semi vacío e iluminado por luz natural y algún que otro neón. Al fondo había un letrero con luz de neón rojiza que ponía “Taquería”. Una decoración en madera y algún toque industrial. Al fondo, unas pantallas iluminadas con las opciones del menú. Algunas sillas de madera oscura y unos sofás en las esquinas, que daban la espalda a la calle y su gente, y que nos acomodaban con unos cuantos cojines de colores dispares. En ese momento, la camarera nos entregó el menú vegano -tienen un menú regular también- y nosotros pedimos unas enchiladas, unos tacos y unos nachos veganos. No fue fácil pedir, pues las opciones y combinaciones son bastante sugerentes.

En cada plato te dejan elegir diferentes toppings, aunque a nosotros nos recomendaron el chilli vegetal en todos. La verdad, he de decir que opciones veganas no faltan en este local ¡Qué deliciosa cantidad de comida!

Cuando trajo los platos, pudimos ver que estaban repletos de colores y texturas. Salsas blancas, rojas, verdes. Platos artesanales, simples, bandejas. Una preciosa combinación. Apenas pudimos acabarlos, porque las raciones son muy generosas.

El queso vegano de los nachos estaba delicioso y perfectamente fundido, igual que el guacamole que venía en los otros nachos de acompañamiento de los tacos, las enchiladas muy tiernas y los tacos variados simplemente increíbles. Todo por un precio igual que el de la primera noche: 27€, pero con el doble de comida y una cerveza. Wow.

Ericcson Globe, el edificio esférico más grande del mundo

Cuando acabamos de comer, nos fuimos “rodando” hasta Södermalm, el conocido como “barrio hispter” a descansar en el apartamento. Los 30 minutos de paseo sirvieron para comenzar a digerir. Durante ese paseo, arrastré mis pies con el mismo pensamiento rondando mi cabeza: el concierto de la noche.

Nos distrajimos pensando en la idea de media tarde, que era hacer un pequeño descanso antes de subir al Skyview del Ericcson Globe, que cierra a las 18:30h, y está incluido en el pase de ciudad (sino tienes que pagar 14€/ persona). Ofrece unas vistas espectaculares de la ciudad.

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Finalmente no subimos porque el cansancio era tal que preferí descansar un poco más antes del concierto. Definitivamente, quería disfrutar al máximo del bolo. Ahora me arrepiento bastante de no haber subido, porque para veáis lo espectacular que es, os inserto una imagen de internet.

Cuando llegó la hora, salimos del apartamento, no sin antes darme cuenta de lo nerviosa que estaba. El haber disfrutado de la ciudad no me había permitido acordarme demasiado del verdadero propósito de la escapada, que era el concierto de John Mayer en Estocolmo.

Para cuando salimos del apartamento, el frío era tan agresivo como la noche anterior. El viento nos hacia danzar de un lado para otro. Lo que a partir de ahora os cuento, creo que lo hago más por recordar cuando relea esta entrada que por lo que os pueda a interesar a vosotros…

El concierto de mis sueños…

A las 18:25h salimos con las chaquetas hasta arriba y los gorros cubriendo hasta las orejas. El frío hacía mella en mi, que junto con los nervios, me hizo parecer eterno el camino hasta el Ericcson Globe. Recuerdo que tenía las manos heladas, pero no sabía si del frío o del propio nerviosismo que estaba tratando de aguantar.

Os confirmo que esa parte de la ciudad no me pareció tener nada especialmente atractivo, más allá del propio Ericcson Globe. Callejones de extrarradio, algo laberínticos, puentes subterráneos oscuros y grafiteados… Que al menos, mezclados con la noche, no parecían de interés.

A las 18:58 ya llegamos a la explanada previa al Ericcson Globe, que lucía iluminado en rojo y contrastaba a la perfección con el cielo azul oscuro. Algunos bares de la zona reproducían a todo volumen el álbum en directo de John Mayer ‘Where the light is’, como estando muy acostumbrados a los turistas y locales visitando la zona para conciertos multitudinarios. Toda una estrategia de marketing que removió la sangre de mis venas, poniéndome aún más nerviosa si cabe.

Los protocolos de entrada, el silencio, el orden de la gente que accedía al local me pareció digna de admirar. En apenas 3 minutos ya habíamos pasado las colas, los protocolos de seguridad y nos encontrábamos buscando nuestra zona de acceso a las gradas.

Lo primero que divisé fue el puesto de merchandisign con precios a nivel de Estocolmo (40€ una sudadera, oh. dios. mio). Así que esquivé la tentación y fuimos a sentarnos en nuestra grada. Quedaba una hora para el concierto.

Entiendo que ni falta hace que os diga que ha sido el mejor concierto de mi vida y que tuve la suerte de que tocara prácticamente todos los temas que han sido mi banda sonora de estos últimos años. Slow dancing in a burning room, Vultures, Helpless, Rosie, In your atmosphere, Your body is a wonderland, …¡Se me ponen los pelos de punta solo de recordarlo!

Salí de aquel momento sabiendo que lo recordaría por años.

Después de las 2 horas de concierto, volvimos al apartamento directos. Cenamos algo de hummus que nos había sobrado del desayuno y descansamos para intentar aprovechar el máximo posible del día siguiente.

Últimas horas en Estocolmo: miradores y souvenirs veganos

Amanecimos a la mañana siguiente comentando entre nosotros lo mejor de la noche anterior, incluyendo lo curioso que nos pareció el público sueco en concierto. Recogimos las cosas del apartamento – no sin arrepentirme de esparcirlo todo por todas partes- y volvimos a deshacer camino hasta el centro d la ciudad. Antes, decidimos parar en un mirador que se encuentra justo antes de cruzar desde Södermalm a Gamla Stan: Monteliusvägen.

Este mirador ofrece una panorámica espectacular de toda la ciudad desde donde se puede ver que en realidad, Estocolmo es una hermosa acumulación de islas muy diversas y puentes que las conectan entre ellas, así que sin duda tiene que ser una gran idea disfrutar de ello al atardecer / anochecer.

De día es también bastante espectacular. Además, el mirador, dispone de algunos asientos para disfrutar tranquilamente de las vistas.

Nos despedimos de este maravilloso viaje con el último paseo por el casco antiguo, el último bollo de canela en la plaza, una fotografía insantánea para recordar el momento y un último recorrido por la calle de souvenirs de Gamla Stan, en la que vi este puesto con chocolattes hechos a mano y veganos. Comentamos que esta ciudad nos había sorprendido gratamente y deseamos que la combinación de vuelos nos hubiese permitido estar un día más, bromenado con tener que hipotecarnos para sobrevivir una semana en esta carísima ciudad.

La vuelta al aeropuerto la hicimos también en autobús, con la misma compañía con la que vinimos. Otra vez más sentimos esa pena que nos pesa en los hombros cuando nos separamos de una ciudad en la que aún queda mucho por descubrir.

Hasta pronto Estocolmo. Siguiente parada: Oporto.

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Barcelonesa viviendo, por ahora, en Valencia. Autora del libro 'Vive Vegano'. Aprendiendo a cocinar y trabajando cada día para difundir el veganismo. Muy enamorada de mis perros, por eso viajar es la segunda cosa que más me gusta de esta vida.

hola@recetasveganas.net

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